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Inseguridad en Coahuila: mujeres y niños migrantes, las víctimas silenciadas de abusos y violencia

En México, de cada 10 migrantes, 4 son mujeres con sus bebés o niños adolescentes, quienes enfrentan una mayor vulnerabilidad ante grupos criminales y las autoridades de seguridad pública durante su travesía, especialmente al llegar a Coahuila. Alberto Xicoténcatl Carrasco, director de la Casa del Migrante en Saltillo, denunció que los retenes ubicados desde Monclova hasta Piedras Negras se han convertido en lugares donde las autoridades ejercen violencia, particularmente contra mujeres y niños. Según Xicoténcatl, “tenemos conocimiento que a los niños les quitan los pañales para ver si los papás les pusieron dinero abajo de los pañales”.

En los últimos años, la composición de los migrantes ha cambiado; si antes predominaban los hombres, ahora el 40% son familias completas, incluyendo mujeres, niños y adolescentes. Esto ha incrementado la vulnerabilidad de estos grupos frente a bandas delictivas y, sobre todo, ante las autoridades. Las mujeres que han llegado a la Casa del Migrante en Monclova y Piedras Negras, y que fueron regresadas a Saltillo, han reportado casos de tocamientos y situaciones de abuso, en las que a sus bebés les quitan la ropa para verificar si esconden dinero. Xicoténcatl añadió que las autoridades niegan cualquier implicación en estos actos, alegando que sus protocolos dificultan tales violaciones.

A pesar de las denuncias, inicialmente presentadas ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Coahuila, esta no ha emitido ningún informe sobre los hechos. Xicoténcatl destacó que se solicitó a la Comisión realizar operativos sorpresivos para verificar el comportamiento de las autoridades involucradas, pero aún no hay respuesta.

Por su parte, Mariela Guadalupe Hernández Aldape, abogada de la Casa del Migrante, explicó que en al menos la mitad de los casos que atendió el año pasado, las víctimas mencionaron haber sido tocadas en sus partes íntimas por las autoridades. Aunque muchas migrantes decidieron no denunciar formalmente por temor a represalias, estas situaciones fueron registradas en quejas presentadas por la organización. 

Desde un punto de vista psicológico, Judith Marisol Esparza Cerecero, psicóloga de la Casa del Migrante, explicó que las víctimas de estos abusos suelen desarrollar trastornos como hipervigilancia y falta de sueño. Sin embargo, muchos no logran identificar estos actos como abuso, pues tienden a normalizar la violencia como una parte inevitable de su viaje. Esparza destacó que “las personas que lo han sufrido pueden vivir los efectos, pero quizás no le ponen el nombre como de tocamientos o abuso”.

Este panorama refleja la grave situación que enfrentan las mujeres y niños migrantes, quienes no solo son víctimas de criminales, sino también de las autoridades encargadas de protegerlos.

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