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Fallece el papa Francisco, primer pontífice latinoamericano y voz global de apertura y modernización en la Iglesia católica

“Renovemos nuestra esperanza y nuestra confianza en los demás, incluso en quienes son diferentes a nosotros o vienen de tierras lejanas, trayendo costumbres, formas de vida e ideas desconocidas. Porque todos somos hijos de Dios”.

Estas fueron las últimas palabras del papa Francisco, pronunciadas durante su última aparición pública en el Domingo de Resurrección, a través de la lectura de un clérigo desde el balcón de la Basílica de San Pedro, mientras él observaba desde su silla de ruedas. Menos de 24 horas después, el Vaticano confirmó su fallecimiento.

“A las 7:35 de esta mañana (hora local), el Obispo de Roma, Francisco, regresó a la casa del Padre. Dedicó toda su vida al servicio del Señor y de su Iglesia”, informó la Santa Sede. Durante el anuncio, el cardenal Kevin Farrell destacó: “Nos enseñó a vivir los valores del Evangelio con fidelidad, valentía y amor universal, especialmente a favor de los más pobres y marginados. Con inmensa gratitud por su ejemplo como verdadero discípulo del Señor Jesús, encomendamos el alma del papa Francisco al infinito amor misericordioso del Dios Uno y Trino”.

Nacido en Buenos Aires en 1936 bajo el nombre de Jorge Mario Bergoglio, hijo de inmigrantes italianos, fue elegido sumo pontífice en marzo de 2013, tras la histórica renuncia de Benedicto XVI. Con ello se convirtió en el primer papa latinoamericano y el primero en adoptar el nombre de Francisco. También fue el primer miembro de la Compañía de Jesús en dirigir la Iglesia católica.

Su papado se distinguió por una postura reformista y por pronunciamientos que lo colocaron como una figura abierta a los desafíos del mundo contemporáneo. Habló de manera contundente sobre temas como las migraciones, el cambio climático y los conflictos armados. En su última intervención, hizo un llamado “a todos los que ocupan puestos de responsabilidad política en nuestro mundo para que no cedan a la lógica del miedo, que sólo lleva al aislamiento de los demás, sino que utilicen los recursos disponibles para ayudar a los necesitados, combatir el hambre y fomentar iniciativas que promuevan el desarrollo”. Tras enumerar los distintos conflictos internacionales, afirmó con esperanza: “la paz es posible”.

Con su muerte, se activó el protocolo conocido como “interregno papal”, que marca el periodo entre el fallecimiento de un pontífice y la elección de su sucesor. De inmediato comenzó el luto oficial en el Vaticano. Los llamados Novendiales, nueve días de ceremonias fúnebres, incluyen misas diarias y la exposición del cuerpo del papa en la Basílica de San Pedro, donde los fieles ya han comenzado a congregarse para rendir homenaje.

El funeral deberá celebrarse entre el cuarto y el sexto día posterior al deceso. Posteriormente, los cardenales menores de 80 años se reunirán en cónclave para elegir al próximo pontífice. Aunque el proceso suele tardar entre dos y tres semanas, su duración podría extenderse dependiendo del consenso al interior del Colegio Cardenalicio.

Durante su papado, Francisco enfrentó resistencias internas por parte de sectores conservadores de la Iglesia, debido a su visión aperturista y su estilo pastoral más cercano a los márgenes sociales. A pesar de ello, mantuvo una influencia relevante no sólo dentro de los muros vaticanos, sino como líder espiritual con proyección global.

Su legado se inscribe en un periodo de transformación en la Iglesia católica y en un momento histórico marcado por crisis internacionales y tensiones sociales, frente a las cuales buscó responder desde una teología del encuentro, la misericordia y el compromiso con los más desfavorecidos.

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