El senador Juan Carlos Loera narra el caso del puente del oprobio, el interés de Ferromex y el oportunismo del alcalde Pérez Cuéllar, quien se negó a escuchar al pueblo.
En el siguiente texto, el senador Juan Carlos Loera de la Rosa narra la organización de grupos sociales, empresariales, académicos, urbanistas, activistas medioambientalistas, historiadores, pueblos originarios (la Nación N’dee N’Nee Ndé) y ciudadanos independientes para defender el Centro Histórico de Ciudad Juárez de un abuso.
- La empresa Ferromex, del Grupo México, inició la construcción de un puente vehicular elevado sobre la avenida Vicente Guerrero para permitir el paso del ferrocarril a El Paso, Texas, con la autorización del gobierno municipal de Juárez, pero los ciudadanos y la Federación lo impidieron.
- El senador de Morena también expone la distorsión informativa de la mayoría de los medios de comunicación cooptados por el erario municipal, para descalificar a quienes se oponen al proyecto que viola todas las leyes posibles y para defender la cerrazón del alcalde Pérez Cuéllar a escuchar al pueblo juarense.
- El siguiente es el artículo del senador Loera de la Rosa:
Crónica del puente del oprobio; el interés de Ferromex y el oportunismo del alcalde
Desde hace un par de meses, grupos sociales, empresariales, académicos, urbanistas, activistas medioambientalistas, historiadores, pueblos originarios y ciudadanos independientes nos organizamos para hacer valer nuestra voz con el argumento indiscutible de diversas leyes y reglamentos, como el Plan de Desarrollo Municipal, la Ley de Movilidad y otras que garantizan la protección del centro fundacional y monumentos históricos para convencer al gobierno municipal de frenar la construcción de un puente elevado que a todas luces impactaría el Centro Histórico de nuestra ciudad.
La tendencia mundial de la gestión en los centros históricosindica que las obras de infraestructura vial en estas zonas deben garantizar la convivencia peatonal y la preservación de los núcleos fundacionales, sobre todo si están catalogados como patrimonio cultural de la humanidad, como lo es el Camino Real de Tierra Adentro, ahí mismo en el sitio en comento.
Pero mientras la sociedad civil organizada combatió la construcción del puente elevado de avenida Vicente Guerrero —cada uno desde su trinchera, en mi caso desde el Senado—, el alcalde de Juárez, Cruz Pérez Cuéllar, avaló este proyecto y despóticamente hizo oídos sordos; cerró el diálogo institucional al que está obligado.
En mi calidad de representante del pueblo solicité una reunión con el alcalde como parte de las gestiones que me pidieron realizar distintos sectores para exponer el descontento social por las evidentes irregularidades en la obra.
En ese momento, sabíamos que ni siquiera se contaba con los permisos del Instituto Nacional de Antropología e Historia. Pero el alcalde, anteponiendo su cálculo político al interés de la ciudadanía, rechazó el encuentro y reiteró que la obra del puente elevado se haría. El principio de nuestro Movimiento es gobernar escuchando al pueblo.
Tal vez está cegado por el control de supuestos medios de comunicación, blogueros sin ética y portales corruptibles que descaradamente publican información falsa, sin rigor periodístico ni equilibrio informativo.
Afortunadamente, hay medios de comunicación que defienden la libertad de expresión como un principio; como empresas también saben que al no hacerlo comprometen su valor de marca: la confiabilidad ante sus lectores.
En las últimas semanas, se puso en marcha una campaña mediática con información alevosamente falsa —de esas a las que Andrés Manuel López Obrador llama “de nado sincronizado”—, claramente alineada en las opiniones de seudocolumnistas, de supuestos medios de comunicación, de perfiles falsos de Facebook y hasta de algunas agrupaciones de constructores al servicio del poder municipal, para hacer quedar bien “cueste lo que cueste” al alcalde de Juárez, frente a su necedad de defender un puente elevado en pleno Centro Histórico.
A final de cuentas presupuesto no falta; en sus primeros tres años de gobierno se gastaron más de 543 millones de pesos de en Comunicación Social y Publicidad, y para 2025 ya se tienen presupuestados 188 millones 246 mil 188 pesos, según datos oficiales. Aquí no se suma partidas discrecionales.
La artillería comunicacional subvencionada con dinero público no se hizo esperar, lo primero era minimizar la organización popular, diciendo que éramos “tres chicharos” , “caprichosos” o “politiqueros” y descalificar la postura de organizaciones empresariales, que en la propia voz del alcalde se trataba de “conveniencias económicas particulares” o peor aún: “son los mismos de siempre que están en contra de todo”, “se va a perder la inversión”, “no les interesa el desarrollo ni la modernidad de la ciudad”… y bla, bla.
Esos, los mismos de siempre, a los que menosprecian; los que trabajamos escuchando al pueblo, iniciamos —desde nuestros espacios— la lucha institucional.
Este fue el camino en el Senado: el 9 de octubre, hablé con directivos de Ferromex; al día siguiente, me reuní con el director del INAH, Diego Prieto, y 15 días después participé en una sesión de trabajo con Coparmex, en Ciudad Juárez.
El 19 de noviembre expuse ante la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu) las violaciones de distintas normatividades del puente elevado; al día siguiente subí a tribuna del Senado a exponer a nivel nacional las irregularidades de la obra y me di el tiempo para estar cerca del pueblo juarense afectado durante varias reuniones y recorridos en las inmediaciones de avenida Vicente Guerrero.
En este diálogo, el gran ausente fue el alcalde.
Ante la decisión del Gobierno Federal de ordenar a Ferromex elaborar otro proyecto que impacte lo menos posible al Centro Histórico -y que seguramente será la construcción de un paso subterráneo, que por cierto traerá mayor inversión- se vislumbra que la maquinaria multimillonaria de comunicación intente construir en la opinión pública que el alcalde en realidad también estaba en contra del puente y a favor del túnel, y más: que gracias a sus gestiones, Ferromex seguirá invirtiendo en la ciudad.
La realidad es la siguiente:
Ferromex está obligado a cumplir un acuerdo de hace más de diez años para ayudar a resolver el problema de movilidad en el centro de la ciudad.
Dichas obras son tomadas a cuenta por el Gobierno Federal para extender el tiempo de concesión a Ferromex, es decir, son pago en especie.
Las obras deben ser pasos subterráneos.
El papel del gobierno municipal es asegurarse que Ferromex cumpla con todos los trámites legales ante la autoridad federal y estatal para expedir la licencia de construcción, siempre privilegiando el interés de las y los juarenses.
El fallido intento de Ferromex de construir el puente del oprobio obedecía más que nada a un factor económico que el interés público.
El Instituto Municipal de Investigación y Planeación fue rebasado por una decisión unilateral de Ferromex en cuanto al sentido de la obra, inexplicablemente apoyada por el alcalde.
El intento de realizar una obra “barata” y perjudicial para las y los juarenses, el apoyo del alcalde a Ferromex y “su puente” , la nula crítica de la misma por parte de supuestos medios de comunicación sin rigor, la suma de agrupaciones de constructores a una evidente violación a la Ley con la excusa de atraer inversiones, la aplicación de la Ley por parte del Gobierno Federal, pero sobre todo la convergencia y el consenso de organizaciones sociales y empresariales con la academia e historiadores nos ayudan a entender muy bien la realidad política que vive nuestra querida ciudad.
Nos encontramos en un régimen de gobierno local caracterizado por la frivolidad y el oportunismo; le pongo un ejemplo de oportunismo estimado lector: en un principio cuando la obra del “puente del oprobio” ya estaba en marcha, el alcalde declaró que no podía haber consulta pública porque la obra no era municipal; luego de ser revertido el proyecto, uno de sus más fieles regidores declaró que debía hacerse una consulta para evitar se suspendiera la obra.
Hay una manipulación de la información y cercos mediáticos muy parecidos a los del “Duartismo”, un aparato gigantesco de comunicación capaz de difundir a gran escala la misma fake news o los mismos comentarios, hoy invariablemente a favor de la postura del presidente municipal.
Peor aún, un cerco mediático infame que ignora -por encargo- la movilización ciudadana; la inconformidad social que existe en Juárez.
Es muy grave que, en una ciudad con tanto historial progresista, de lucha por la democracia y protagonista de las grandes transformaciones, un gobernante municipal sea capaz de acallar no las voces inconformes, sino las voces de quienes tienen la obligación ética de informar.
Sepan que en nuestro Movimiento aprendimos a enfrentar estos cercos mediáticos: salimos a visitar casa por casa, a repartir el periódico Regeneración para informar al pueblo sobre la realidad del país; salimos a revolucionar las conciencias a través de la lectura de nuestro propio periódico Regeneración.
Andrés Manuel López Obrador lo decía bien: tonto es quien piensa que el pueblo es tonto.
Hoy pasa lo inimaginable para un gobierno morenista. Al igual que en el régimen de César Duarte, quien entregó dinero hasta algunos jerarcas religiosos para generar opinión favorable hacia él, nos encontramos en Juárez con grupos de constructores que han recibido subvenciones con dinero municipal, quienes ahora, en un rompimiento de su juramento ético como profesionistas, prefieren que no se siga la ley, para que llegue dinero a la ciudad en obra, aunque sea ilegal. ¡Increíble!
Nada de eso podrá vencer a la razón y a la voluntad ciudadanacuando se usa la razón. Nada por la fuerza, nada por la mentira, nada por la compra de voluntades… Todo por la razón y lo colectivo.
CON INFORMACIÓN DE ZONA FREE